¿Dónde está Loan, quién lo tiene? Esas dos preguntas, hasta hoy, no tienen ninguna respuesta cierta (a excepción de sus secuestradores), y todo a pesar de los sofistas de la “falsedad útil”, que anunciaron cincuenta veces quién lo tenía y dónde estaba, sin haber aportado jamás una sola verdad verificable. La desaparición de Loan Danilo Peña no es solo un expediente; es una herida abierta en una comunidad que aprendió a esperar sin claudicar. Su nombre atraviesa oficinas, despachos, cuarteles, centros de inteligencia, aeropuertos, pasos fronterizos, y hogares con una pregunta que todavía no tiene respuesta. En un país acostumbrado a los finales abruptos, este caso recuerda que cuando se trata de un niño, el Estado está llamado a sostener la búsqueda más allá del cansancio y más allá del tiempo. Y que la sociedad, aun en su silencio, sabe acompañar con respeto y esperanza.
Leer más
